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viernes, 8 de abril de 2011

Callejón Oscuro




Me encontraba sola en un callejón, era tarde, la gente apenas paseaba por aquella zona a aquella hora. Me escapé de casa con la intención de no volver jamás, o al menos que no supiesen de mi paradero por unos días. ¿La causa de mi fuga? La verdad es que no lo se, supongo que me había enfadado con mi madre, había discutido con ella estas dos últimas semanas sin parar, casi siempre por cosas insignificantes. Puede que me plantee el no ir ni siquiera al instituto. No me apetece nada que nadie me vea, ni siquiera ver yo a nadie en estos momentos.
Pasadas dos horas de mi fuga, mi madre llamo al Móvil, pero rechace la llamada, así que inquieta y sin saber que hacer, decidí adentrarme en una pequeña callecilla en la que me pareció ver luz al fondo. Era una calle de apenas dos metros de ancho, como un pequeñísimo pasadizo hacia la paz y la tranquilidad. Sus paredes eran de piedra, eran frías y húmedas, y casi tan estrechas que ni se podía ver el cielo nublado. Ande por aquella estrecha bastante rato, hasta que el sueño me venció con la rara sensación de no haber visto en los 14 años que llevaba viviendo en aquella villa, una calle parecida a aquella. Me senté en el suelo, saqué de mi mochila una pequeña toca de lana que me regalo mi abuela por mi 3er cumpleaños, y la estire encima de mis piernas.  Preocupada por mi única pertinencia de valor, metí debajo de la toca también mis patines. En aquellos momentos lo más importante era conservarlos al menos hasta el día siguiente.
Me desperté bajo un rayo radiante de sol, me sentí una recién nacida cuando note el calor del primer hilo de luz de la mañana en mi cara. La callecita cobró vida, muchas abuelitas paseaban por aquella calle llena de tiendas de frutas, verduras y supermercados con delantales y cestos de mimbre con telas de cuadros. Fue entonces cuando me sentí de otra época, como si fuese una infiltrada de otro siglo en un tiempo diferente. Nada cuadraba con el mundo real, parecía como de cuento, de esos que narran la vida pasada. Después de un instante de inmovilidad observando al gentío pasar, me levante del suelo, recogí mi toca y me puse mis patines. La multitud me observaba casi tan curiosa como yo los observaba a ellos. Me colgué la mochila, abroche mis cordones y comencé a patinar por aquel misterioso pasillo.


jueves, 7 de abril de 2011

..Avalancha de Recuerdos..

Desde hace bastantes años, llevo recopilando los mejores momentos de mi vida desde que era pequeña, con detalles dentro de una caja. Una caja de tamaño medio, mas bien reducida, en la que caben 13 años y medio. Me encanta, me hace alargar mi boca hasta hacerse ver mis dientes relucientes por el metal de mi ortodoncia. Una vez al año suelo abrirla para recordar todos mis buenos momentos desde mis tres años y cerrar los ojos sentada en mi alfombra de bob esponja mientras veo e imagino como en la gran pantalla del cine esa escena de mi vida,ese momento especial, riéndome, o pasándomelo bien con amigos, familia, o simplemente, sola.
Encuentro mi cajita levantando dos carpetas verdes con una etiqueta en la que se ve inscrito:
curso 2010/2011 y una alegría se instala dentro de mi. Una emoción, una satisfacción, un orgullo, sensaciones que puede que con cosas de mucho mas valor, no lograría producir.
¡Al fin!¡ Por fin ha llegado el día! Mi día, el día de recordar, de revivir, de demostrar, de satisfacer mis ansias de vivir dos veces un mismo momento. Encuentro una pata de un pato de peluche y soltando carcajadas me quedo mirando al suelo, con la mirada perdida, aquel pato fue el protagonista de una tarde llena de risas, de diversión, de amistad. El pobre acabó tirado al fondo de una fuente descuartizado, y lo único que quedó era mi pertenencia, su pata.
El cartel de una obra de teatro, cuyo protagonista tenia cara muy rara y graciosa.
Los tazos de “Gormitis” que llevo coleccionando desde hace casi un mes para mi guitarra.
Los collares de la feria de hippies que me compró mi madre.
El anillo con forma de flor azul  del que me encapriché con cinco años y me regaló mi abuela por mi santo.
El catalogo de patines que me regaló mi compañera de clase para que revisara los artículos de oferta de Grindhouse.
Los dibujos de mi mejor amiga, cuando se fue de vacaciones de verano, se aburría y hizo un generoso dibujo del chico que por aquél entonces me gustaba muchisimo.
Un graffiti, mi primer graffitti en papel en el que ponía mi primer mote, “Rexú”.
Un poster de “Sergent Keroro” que me prestó (y no le devolví) mi tía Ángela, de cuando fue a la feria del manga con su novio.
Tonterías como estas, chorradas cualquiera, has creado la persona que eres hoy en día, valora hasta el ultimo segundo del día, pero también de tu vida, disfruta, pero con precaución, y que nada te joda, ni te amargue, porque TÚ y solo TÚ eres dueño de tus actos.